HISTORIA DE LA FORESTACIÓN EN URUGUAY
Fotos y digitalización: Ramiro A. Boero RuizLic. Antonio Maria Boero y Ramiro Antonio Boero RuizRedactores responsables:
La vida social, cultural, espiritual y económica del hombre esta relacionada con el árbol.
El árbol y el monte, fueron los amigos naturales de nuestros indígenas y gauchos.
El monte les brindaba protección del sol veraniego y abrigo en el frío invierno; en él podían esconderse para obtener una buena caza y también protegerse de sus enemigos.
Su leña les daba calor en el invierno, y el fuego, lo protegía de animales carnívoros que en las frías noches invernales merodeaban hambrientos los campamentos indígenas.
Con la madera confeccionaban canoas, arcos y puntas; y con sus ramas dobladas realizaban pequeñas construcciones, las que cubiertas con pieles les servia de resguardo y protección en los días de lluvia y de viento.
Que confeccionaba el indígena con la madera que le brindaba el árbol?
Los territorios que hoy forman parte de la República Oriental del Uruguay -desde la llegada de los primeros españoles- , no despertaron interés al conquistador por carecer estas márgenes de riquezas que tentaran su codicia y su ambición, lo que alejó la posibilidad de poblar nuestro territorio y desarrollar así una pacífica vida agraria.
De nuestros suelos el español no podía extraer ni oro ni plata, ni otro metal que alimentase su interés en estas tierras.
Además de no hallar lo que deseaban, sus vidas siempre estaban en constante peligro al enfrentarse con nuestros primitivos habitantes, temidos guerreros, que en sus cacerías y pesquerías recorrían constantemente los espinosos montes, los bravos ríos y nuestras fértiles campiñas.
Los españoles desde sus barcos solo veían kilómetros enteros de tupidos e impenetrables montes, con una vegetación arbórea de infinitas variedades, que junto a ríos y arroyos, brindaban al indígena un reinado de seguridad, paz, tranquilidad y felicidad. Las islas de Talas, las Palmas Buthiá, la Acacia, el Aguaraibay, el Algarrobo, el Amarillo, el Arrayán, el Blanquillo, el Biraró, el Cedro Colorado, el Ypée, el Lapacho, y muchos otros árboles le permitían –al igual que matas y arbustos- confundirse con la naturaleza sin dejar senda alguna.
Por que nuestras tierras no despertaron interés para los conquistadores españoles?
Pero todos estos montes, toda esta verdadera riqueza forestal fue lentamente desapareciendo, …”al refundarse por Garay la ciudad de Buenos Aires, en las postrimerías del siglo XVI, se destinó la banda Septentrional del Plata, a la explotación de sus grandes montes maderables, en beneficio exclusivo de los intereses económicos y comerciales de aquel vecindario (Buenos Aires)….
… Y grupos numerosos de leñadores cruzaban en débiles embarcaciones el Uruguay caudaloso, con el objeto consentido y estimulado de proveerse de leña para combustible, del que era escaso el territorio de Buenos Aires, maderas gruesas para construcciones rusticas y elaboración de carbón, empezaron una tala despiadada de los montes de esta banda, abatiendo los mas corpulentos ejemplares de su valiosa flora indígena, en el afán de obtener las mayores utilidades posibles.
Los permisos para esta explotación se otorgaban por las autoridades de la ciudad que crecía al otro lado del Río, las que miraban estas tierras solamente desde el puntos de vista de la utilidad que de ellas podían obtener para enriquecimiento de sus pobladores. El hacha del leñador, por más de un siglo y medio, realizó su obra destructora, intensificada a medida que lo requerían las necesidades de Buenos Aires, cuya población crecía incesantemente, gozando de toda suerte de privilegios, en desmedro de una riqueza que hubiera constituido un valioso patrimonio para esta nacionalidad.
Las tribus indígenas no interrumpieron con actitudes agresivas la obra de destrucción sistemática realizada por los leñadores, y, mas bien entrando en trato con estos se familiarizaron con las costumbres, hábitos y ventajas de la civilización europea, como ocurrió con los indios chanás, circunstancias estas que mas tarde serían aprovechadas por los frailes misioneros para el establecimiento en este territorio de las primeras reducciones, núcleos iniciales de la colonización definitiva de la Banda Oriental. (El Libro del Centenario del Uruguay 1825 / 1925 – pag. 54).
Este fue el inicio de las grandes talas y empobrecimiento de la rica y abundante flora oriental.
Porque comenzaron a desaparecer nuestros montes?
Al finalizar el siglo XVIII, de las 300.000 hectáreas que poseían las estancias del Rey, (José Ignacio 64.000 y La del Colla 150.000 hectáreas), ninguna de ellas estaba destinada a la forestación, pues se prefería extraer la leña de nuestros montes y llevarla a Buenos Aires y dedicar estas tierras a la cría de ganado.
Naciendo el año 1800, el Virrey Marqués de Avidez, comisionó al geógrafo y naturalista Félix de Azara para que fomentase, en compañía del Gral. Artigas, la agricultura, ganadería y producción nacional, entre los habitantes de los vastos territorios que hoy comprenden el actual territorio nacional.
Cuando se fundó a orillas del Río Yaguarí, afluente del Ibicuí, la villa de Batoví, se repartieron solares entre sus 498 pobladores, a los que se les recomendó el desarrollo de la industria agropecuaria; y “la plantación” de Lino, Algodón, Cáñamo, árboles frutales y maderables, siendo esta posiblemente la primera orden oficial de forestación en el Uruguay.
A cada poblador, para este fin, se le entregaron dos hachas, una azada y un cavador.
ARTIGAS, EL PRIMER ARBORICULTOR DE LA PATRIA VIEJA
El Gral. Artigas fue el primero en estimular la arboricultura en Purificación.
…“Lo atestigua este fragmento de un oficio enviado al Alcalde de Primer Voto de Montevideo, Juan José Duran, el 6 de julio de 1816, que tomamos de una reproducción facsimilar: “Espero por los buques los árboles de plantío. Siento su retardación, y que ella sea el principio de su pérdida, – cuando los aguardo con ansía para plantarlos.” “Blanco Acevedo, Pablo – “Una carta de Artigas” – Magnifico documento que figura en el museo del Sr. Carlos A. Mac Coll”, en la revista “Mundo Uruguayo”, año XV, Mont. 14 de setiembre de 1933, Pág. 11. Aníbal Barrios Pintos “La Villa de la Purificación y el Cuartel Gral. Del Hervidero – IMP – pag. 36 – 1977.”
Quien fue el primero en estimular la plantación de árboles en Purificación?
La Guerra contra los Ingleses, Españoles y Portugueses; así como la llegada de distintos barcos europeos a nuestras tierras, trajo grandes y nefastas consecuencias para nuestros montes, al realizarse grandes talas con el fin de proveer de leña y carbón a las calderas de sus barcos.
La industria del carbón, que floreció a lo largo de mas de 150 años, y que dio de comer a muchas familias orientales, como sucedió a lo largo de las islas y las costas del Río Uruguay y Río Negro, arrasó con miles y miles de hectáreas de nuestros montes nativos .
Los barcos de transporte y de guerra europeos, mandaban sus chatas con hacheros al interior de nuestros ríos, los que pasaban semanas enteras talando montes y haciendo carbón, agotando una riqueza nacional que nunca logró ser exportada.
Tan escasa era nuestra flora que cuando el naturalista Charles Darwin visitó al Uruguay, en julio de 1832, en su libro “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”, dejó asentado que “En la Banda Oriental existen pocos árboles; hasta se podría decir que no hay ninguno, lo cual es allí un hecho muy notable. Se encuentran matorrales achaparrados en una parte de las colinas roqueñas, y junto a las orillas de los cursos de agua mas considerables, sobre todo al norte de las Minas, se halla un gran numero de Sauces. He sabido que cerca de Arroyo Tapes, había antes un bosque de palmeras, por otra parte, cerca de Pan de Azúcar, a los 35° grados de latitud, aparte de esos pocos árboles y de los que plantaron los españoles, falta por completo el bosque. En el numero de especies introducidas en el país por los europeos, pueden contarse : El Álamo Blanco, El Olivo, el Melocotonero y algunos otros árboles frutales.”
Desde un principio el Gral. Artigas, que había trabajado junto a Azara y conoció de cerca la pobreza de nuestros campos y nuestros gauchos, se dedicó a solucionar el problema de la producción, forestación y repoblación de la campaña uruguaya, repartiendo tierras, ganado y herramientas con la esperanza de iniciar en esta forma un plan para el desarrollo económico de la campaña oriental, como lo estableció en el articulo sexto del Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de su campaña y seguridad de sus hacendados:
“Por ahora el S.or Al.e Prov.I y demás subalternos se dedicarán a fomentar con brazos útiles la población de la campaña. Para ello revisará cada uno en sus respectivas jurisdicciones los terrenos disponibles, y los sugetos de esta gracia; con prevención que los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados en suertes de estancia si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y la de su provincia.”
Que consecuencias tuvo el florecimiento de la industria del carbón?
Que naturalista ingles visitó nuestras tierras y que dijo de ellas?
Quien fue el primero en dedicarse a la repoblación de la campaña oriental?
A quién se “agraciaba” con el Art. n° 6 del Reglamento Provisorio de Tierras?
Por esta época, relata Eduardo Acevedo,“el Ayuntamiento de Canelones formuló un plan de fomento agrícola que fue aprobado por el Cabildo Gobernador de Montevideo. Destinábase a chacras o tierras de labor todo el terreno circundante de la Villa de Guadalupe con dos leguas de diámetro; las chacras tendrían 6 cuadras cuadradas destinadas a trigo, huerta, plantío de bosques, descanso de tierras o variación de semillas de un año a otro, y prados naturales o artificiales para los animales de labor; los lotes se darían en propiedad y no en arrendamiento; dentro de los ocho meses habría que construir rancho, pozo de balde y principiar la labranza; se gestionaría una protección especial del gobierno a favor de los trabajadores de las chacras; todo labrador tendría que plantar quinientos árboles por año, como medio de propender a la regularización de las lluvias y al desarrollo de la industria de la madera.
La realización de este hermoso plan quedó a cargo de una “Junta de Agricultura”, que fue puesta bajo el patronato de Artigas…” (E. Acevedo – obra citada)
En su afán de llevar a cabo el proyecto de fomentar la campaña con brazos útiles, Artigas, a mediados de 1816 anunciaba al Cabildo el arribo al Cuartel General de Purificación, “además de los guaicurúes que tenemos reducidos a nuestra sociedad, más de 400 abipones con sus correspondientes familias y agregaba:
“No dudo que ellos serán muy útiles a la provincia y que todo sacrificio debe dispensarse en su obsequio, consiguiendo con ellos el aumento de la población, que es el principal de todos los bienes”.
“Estos robustos brazos darán un nuevo ser a estas fértiles campañas, que por su despoblación nos desbordan todo lo que en sí encierran, ni todas las riquezas que son capaz de producir”.
“Es preciso que v.s. nos provea de algunos útiles de labranza, arados, algunos picos y palas e igualmente algunas hachas para que empiecen estos infelices a formar sus poblaciones y emprender sus tareas. Es también necesario que v.s. me remita semillas de todos los granos que se crea útiles y necesarios para su subsistencia.”
“El aumento de la población, es el principal de todos los bienes, y al realizar ese aumento y al promover ese bien, deben encaminarse todos los esfuerzos del gobernante: tales son las ideas de esa hermosa notas digna del más previsor y más grande de los estadistas americanos”.
“Poblar es gobernar.” , diría luego Alberdi, uno de los ilustres panegilistas del Jefe de los Orientales”
(Eduardo Acevedo-Anales Históricos del Uruguay-tomo I-pag.183 / 184 – 1933).
Juan Bautista Alberdi, diplomático, publicista, periodista y jurisconsulto, uno “de los más vigorosos cerebros de la República Argentina”, dijo: “Hay dos modos de escribir la historia: o según la tradición y la leyenda popular, que es de ordinario la historia forjada por la vanidad, una especie de mitología política con base histórica, o según los documentos, que es la verdadera historia, pero que pocos se atreven a escribir, de miedo de lastimar la vanidad del país con la verdad.”
“Se sabe que hay dos Artigas: el de la leyenda creado por el odio de Buenos Aires y el de la verdad histórica”.
“Este último Artigas es un héroe.”
Cuales eran las exigencias de la “Junta de Agricultura” que estaba bajo el patronato de Artigas?
Quienes llegaron al cuartel de Artigas (Purificación) a mediados del año 1816?
Para que los trajo Artigas?
Que dijo el argentino Juan Bautista Alberdi de Artigas?
EL ARBOL
Amemos el árbol.
El árbol es útil.
El Árbol es bello.
El árbol es bueno.
Unos árboles nos dan su fruta sabrosa. Otros la gracia de sus flores, otros, la frescura de su sombra.
Y todos son beneficiosos.
Mientras viven, atraen la lluvia bienhechora, suavizan el clima, sanean los pantanos, conservan los cauces de los ríos y arroyos y evitan que las tierras fértiles sean arrastradas al mar.
Los vientos fríos se quiebran en sus ramas, que purifican el aire y lo enriquecen con su oxigeno; ofrecen abrigo a los animales contra el sol de verano y el rigor del invierno, y van creciendo en silencio mientras nosotros trabajamos o dormimos, para ser mas fácil, mas productiva y mas grata nuestra existencia.
Y después de caídos nos dan la madera con que se hacen las vigas y las puertas de nuestras casas; y los mil objetos indispensables de que nos servimos, y la cuna donde fuimos mecidos; y la leña y el carbón en cuya lumbre cocemos nuestros alimentos, y a cuyo calor se congregan nuestras familias en las heladas noches de julio; y la celulosa con que se fabrica el papel en que imprimen el libro y el periódico, que nos traen la ciencia, los hechos, el ingenio y las esperanzas de otros hombres.
Preservemos el árbol de la destrucción innecesaria, y multipliquémoslo cuanto nos sea posible.
Tierra sin árboles es tierra desolada y triste.
Los árboles son su riqueza, su protección y su alegría.
Trabajan para nosotros, generosamente, sin pedirnos otra cosa que nuestro respeto para conservarlos, y nuestro amor para difundirlo.
Pero si no nos fuera posible, por ahora, propagarlos, podemos al menos defenderlos de los dañinos y los insensatos y admirarlos y quererlos como amigos leales del hombre.
Todo el que realiza una obra de bien, aunque sea humilde, sirve a la patria.
Y plantar árboles es servir a la patria, contribuyendo a que sea mas próspera y feliz.
Si así lo hacemos, además de disfrutar de los bienes que el árbol nos depara, mereceremos la gratitud de los que vengan después de nosotros.
Se ha dicho que una generación vale por lo que deja, en obra o en espíritu, a las generaciones que habrán de sucederla.
Nuestros héroes conquistaron para nosotros el supremo bien de la libertad.
Todos estamos dispuestos a defender la herencia sagrada contra cualquier usurpación, pero eso solo no basta; hay que afirmar y acrecer el bien de la libertad, poniéndolo a cubierto de los ataques de otros dos enemigos: la miseria y la injusticia.
Cesar Mayo Gutiérrez
(Junta Honoraria Forestal. Almanaque del Banco de Seguros del Estado. Año XXXVI. 1949- pag. 210/211.)
El pino rodeno de California, botánicamente conocido por “sequoia Semperviverns”, es uno de los pocos árboles que queda de la época de los dinosaurios.
Ni el hielo, ni la lluvia ni el fuego han podido terminar a lo largo de la historia con este esbelto pino.
Alguno de ellos en la actualidad, llegan a tener mas de 4000 años.
Desde la fundación de Montevideo, se pensó en la importancia de fomentar una explotación agrícola-forestal capaz de satisfacer las necesidades básicas de la población.
Los Cabildos que se sucedieron en Montevideo, trataron por todos los medios posibles incentivar y favorecer el desarrollo de la agricultura y la forestación, procediéndose al reparto de distintas extensiones de campo para un desenvolvimiento social y económico que mejoraría las condiciones de la nueva población. Con tal fin llegaron a estas tierras contingentes de familias canarias, asturianas y gallegas para trabajar la tierra, y con su trabajo y progreso ayudar a la fundación de caseríos, villas y pueblos. Así nació en 1757 Maldonado, Guadalupe en 1778, Las Piedras en 1780,Santa Lucía en 1781, Minas en 1783, San José en 1783, Pando en 1787, Mercedes en 1789, Florida en 1791, Rocha en 1793, Melo en 1795, Porongos o Trinidad en 1803.
A estas familias las autoridades cabildantes les proporcionaban tierras, herramientas, ganado y semillas.
“A medida que la población de estas regiones fue aumentando, la agricultura se desarrollaba con buenos resultados económicos, y nuevos cultivos que se adaptaron a las condiciones geológicas de nuestros suelos, evidenciaron la fertilidad del Uruguay y la necesidad imperiosa de promover fecundas corrientes de inmigración laboriosa que alteraran fundamentalmente el régimen y casi exclusivo de su explotación pastoril.
La flora indígena del país, pobre y limitada en especies alimenticias y de explotación industrial, fue notablemente mejorada con la introducción de numerosas variedades de árboles frutales y maderables…”. …”Constituida la nación Uruguaya como soberana, no obstante las muchas revoluciones que convulsionaron su territorio y los peligros que para el labriego entrañaba un estado tan anormal de cosas en la situación del país, la agricultura empezó a florecer de nuevo bajo la protección del Estado, por la fertilidad prodigiosa de las tierras y por las corrientes de inmigración que se dirigían nuevamente al Uruguay.
En 1833 fondeaba en el puerto de Montevideo, por primera vez, después de la emancipación del territorio Oriental del dominio hispánico, una goleta de bandera española, desembarcando 180 inmigrantes. El total de la inmigración de ese año fue de 776, distribuida por nacionalidad en las siguientes formas: franceses 157; argentinos 157; españoles 180; otras nacionalidades 354…”
(el libro del centenario del Uruguay 1825-1925 pag.163/164)
Ayudaron al gobierno con varios proyectos de fomento agrícola los Sres. Jorge Tornsquist y don Samuel Lafone, quienes propusieron la introducción al país de grandes corrientes de inmigración europea. La propuesta de don Jorge Tornsquist fue formulada en nombre del consulado Anseático con el fin de promover la inmigración alemana.
El lapacho colorado (tabebuia Flavescens) es un hermoso árbol de las Bignoniáceas, muy escaso en nuestro país.
Su corteza y sus hojas contienen tanino, su cocimiento se usaba -en nuestras guerras civiles- para lavar heridas y úlceras.
En 1834, sofocada la revolución del Gral. Lavalleja y dadas las necesidades económicas del país, se considera de vital importancia el pronto resurgimiento de la agricultura y la forestación nacional, y para tal fin un grupo de personas encabezadas por Manuel Oribe, Joaquín Suárez, José de Bejas, francisco Antonio Vidal, Pedro Pablo de Sierra y don Matías Tort, constituyeron una sociedad con el fin de promover en todo el país el fomento agrícola y combatir “la nulidad en el suelo mas pingüe y mas feraz”.
El programa consistía en mejorar y adelantar la agricultura nacional, mediante la organización de un establecimiento o casa de labor experimental; mejorar los instrumentos de labor y los métodos de trabajo; indicar los terrenos mas propios para cada clase de cultivo; popularizar las publicaciones útiles; fundar una Sociedad de Agricultura; donde no se dejaba de lado la forestación y dar educación practica en la casa experimental a un cierto numero de jóvenes pobres del departamento.
Durante el gobierno de Rivera, en el año 1834, los montes públicos y privados fueron objetos de atención dada la disminución y escasez de los mismos.
Por un decreto del año 1834, establecía el gobierno de Rivera que los montes constituían un ramo privilegiado de la riqueza nacional y por lo tanto era necesario evitar su destrucción, con el doble fin de defender la industria del país y asegurar la salubridad de su clima.
“Para alcanzar esos resultados establecía que los propietarios rurales tendrían a su cargo el patronato y la protección de los montes del estado, que fueran limítrofes a sus campos y gozarían de todo el disfrute de los mismos, sin perjuicio del derecho del vecindario de las inmediaciones a obtener la madera necesaria para combustible, cercos y poblaciones, pagando al patrono del monte el precio que se fijara particularmente y en defecto de acuerdo el que determinara la Junta-Económica-Administrativa. Los patronos debían abonar al tesoro público el 6% de interés anual sobre el capital representado por los montes y terrenos públicos que usufructuasen.
Y esa renta se invertiría exclusivamente en estimular el plantío de árboles en todo el país”.
“Como tantas otras iniciativas notables de la época que examinamos, -relata Eduardo Acevedo en sus Anales Históricos- quedó olvidada la defensa del árbol en medio de la conflagración causada por la Guerra Civil, y los grandes montes públicos que representaban el combustible barato, la madera para construcciones, la acción mecánica contra las inundaciones y la regularidad de las lluvias, fueron talados hasta desaparecer totalmente o casi totalmente del territorio nacional” (tomo I Pag. 437 1933)
Posteriormente el gobierno intentó estimular a los vecinos de la aguada a que plantasen árboles en los arenales de la zona, con el fin de promover la abundancia y salubridad de los manantiales y moderar la aridez de la zona. Haciéndose cargo de esta importante iniciativa, un grupo de vecinos creó una comisión dirigida por don José Batlle y Carreu, la que comenzó la actividad forestal.
Pero el vandalismo destructor y las guerras civiles terminaron con esta hermosa iniciativa, y el gobierno tuvo que instalar vigilancias especiales y crear multas para proteger los pocos montes que quedaban en el país.
Ñandubay, “árbol del género de las mimosas (acacias), de madera muy dura y pesada, que se emplea en cercos de estancias, corrales, etc. Los hay negro y colorado. Clavado un poste de ella en la tierra, no se pudre jamás, antes se petrifica”.(Daniel Granada)
A mediados del año 1842, un informe confeccionado por la policía de Montevideo –ante la escasez y dificultad de obtener leña para el diario consumo y madera para la industria y la construcción-, el gobierno nacional procuró reglamentar la protección de “montes y selvas”, casi inexistentes en ese momento.
Los montes todavía estaban “protegidos” por antiguas leyes españolas aun vigentes para la época, y el informe decía que según estas leyes, estaba prohibido el corte sin solicitarse autorización y sin cumplirse con las formalidades establecidas por la ley, aunque se tratase de montes particulares.
Se intentaba de esta forma, frenar el abusivo corte de los montes, actividad realizada por vecinos de Montevideo y especialmente de Buenos Aires, que viniendo en barcazas a nuestras costas, pasaban semanas dedicados a esta acción delictiva.
Sugirió el ejecutivo nacional –para frenar los cortes- cobrar cierta cantidad de dinero a toda persona dedicada a la mencionada actividad.
El problema de la venida de los vecinos de Buenos Aires a talar nuestros montes radicaba desde el año 1728, donde por una real cedula se declararon comunes los montes y aguas de las jurisdicciones de Montevideo, quedando el restante territorio “bajo los usos y practicas de la jurisdicción de Buenos Aires” .
Desde esa época y hasta entrado el año 1900, todos nuestros montes y fundamentalmente los ubicados a lo largo del Río Uruguay y el Río Negro, eran fuente de explotación de Buenos Aires, continuándose en esta forma, la casi total destrucción de los montes públicos.
Que procuró reglamentar el gobierno nacional en el año 1842??
De donde provenían los vecinos que venían a talar nuestros montes??
Foto de niños en escuelas o plantando árboles en el vivero.
A mediados del año 1842, un informe confeccionado por la policía de Montevideo –ante la escasez y dificultad de obtener leña para el diario consumo y madera para la industria y la construcción-, el gobierno nacional procuró reglamentar la protección de “montes y selvas”, casi inexistentes en ese momento.
Los montes todavía estaban “protegidos” por antiguas leyes españolas aun vigentes para la época, y el informe decía que según estas leyes, estaba prohibido el corte sin solicitarse autorización y sin cumplirse con las formalidades establecidas por la ley, aunque se tratase de montes particulares.
Se intentaba de esta forma, frenar el abusivo corte de los montes, actividad realizada por vecinos de Montevideo y especialmente de Buenos Aires, que viniendo en barcazas a nuestras costas, pasaban semanas dedicados a esta acción delictiva.
Sugirió el ejecutivo nacional –para frenar los cortes- cobrar cierta cantidad de dinero a toda persona dedicada a la mencionada actividad.
El problema de la venida de los vecinos de Buenos Aires a talar nuestros montes radicaba desde el año 1728, donde por una real cedula se declararon comunes los montes y aguas de las jurisdicciones de Montevideo, quedando el restante territorio “bajo los usos y practicas de la jurisdicción de Buenos Aires” .
Desde esa época y hasta entrado el año 1900, todos nuestros montes y fundamentalmente los ubicados a lo largo del Río Uruguay y el Río Negro, eran fuente de explotación de Buenos Aires, continuándose en esta forma, la casi total destrucción de los montes públicos.
Que procuró reglamentar el gobierno nacional en el año 1842??
De donde provenían los vecinos que venían a talar nuestros montes??
Foto de niños en escuelas o plantando árboles en el vivero.
Finalizada la Guerra Grande, y a solicitud del gobierno nacional se realizaron diversos censos con el fin de evaluar en forma urgente las condiciones sociales y económicas del país.
Según el informe del Dr. Pedro Bustamante, “solo cielo y pasto es lo que encuentra el viajero que va de Minas a Maldonado, y de los montes, tantos públicos como privados ni recuerdo quedaban. La devastadora hacha de la guerra había terminado con ellos.
Hubo que importar madera para la reconstrucción de casas, estancias y galpones, que por motivos de la guerra habían quedado en la ruina.
No obstante siempre existieron en nuestro país, personas optimistas y trabajadoras como en el caso de don Francisco Lecocq, Jaime Estrázula, Cándido Joanicó, Federico Nin Reyes, Atanasio Aguirre y Samuel Lafone, que a fines de 1852 crearon la “Sociedad de Población y Fomento”, con el fin de reorganizar las desechas zonas agrícolas del país, celebrándose con las distintas juntas económicas administrativas contrato de colonización.
En Carmelo abrieron una empresa filial denominada “Sociedad Agrícola y Filantrópica”, la que creó un establecimiento agronómico, que bajo la dirección de Martín Martínez Castro enseñaba a los jóvenes e interesados los mejores métodos existentes para la explotación de la tierra, trayéndose para este fin desde Inglaterra distintas maquinarias agrícolas, que posiblemente hayan sido las primeras ingresadas al país.
En Canelones y bajo la dirección del Sr. Dureau, crearon una granja destinada a :
1° – La obtención de almácigos de distintos árboles para fomentar la arboricultura en todo el país.
2° – A la producción de alimentos destinados a los colonos que llegaran al país.
Gracias a esta sociedad, se realizaron gestiones para traer a nuestro país familias procedentes de Alemania, Bélgica y Suiza; a las que después de haber cumplido 5 años de trabajos continuos se les escrituraba a cada una de ellas 20 cuadras de campo.
Muchos empresarios apoyaron a esta sociedad de “población y fomento”, entre los mas destacados tenemos:
1° -Martín Martínez Castro, Federico Nin Reyes y Carlos Calvo, que aspiraban a la creación de una “Colonia Agrícola Pastoril de Merinos”, donde el estado debía habilitar el puerto de Carmelo.
2° -José de Buschental que pretendía establecer una colonia agrícola con 200 familias y un pueblo sobre la margen del Río Uruguay, en el lugar conocido por Nueva Palmira.
3° -Manuel Eguía que procuraba establecer una colonia en los alrededores de Melo.
Todas estas aspiraciones, todo lo logrado por la “sociedad de población y fomento”, toda la reconstrucción económica iniciada por ciudadanos bien intencionados a “base de inmigración europea y colonización nacional, quedó bruscamente truncada y abandonada por efecto de la revolución que echó abajo el gobierno de Giró”.
1 – Cual fue el informe del Dr. Pedro Bustamante referente a las condiciones sociales y económicas del país después de la Guerra Grande??
2 – Quienes fueron en 1852 los creadores de la Sociedad de Población y Fomento??
En 1854 el gobierno volvió a interesarse por los trabajos realizados por la “Sociedad de Población y Fomento”, invitando al Dr. Jaime Estrazula, -presidente de la sociedad- para volver a iniciar tan fecunda actividad paralizadas por los disturbios revolucionarios del año anterior. Hermosa aspiración que no logró concretarse debido al estado del movimiento revolucionario interno que en esos momentos vivía nuevamente el país.
En el año 1856, las jefaturas de policía y las juntas económicas administrativas del país recibieron del gobierno nacional una solicitud sobre datos y antecedentes referentes a montes públicos y privados, solicitándose que se enviasen datos y sugerencias acerca del estado de los montes, como mejorarlos, como administrarlos y fundamentalmente como protegerlos ya que las guerras y revoluciones por poco terminan con los mismos.
La aspiración del gobierno era confeccionar una reglamentación definitiva de los mismos, con el fin de conservar, preservar y fomentar el cuidado de esa hermosa e importante riqueza nacional.
La respuestas recibidas fueron unánimes “los montes públicos se iban extinguiendo por la forma irracional de su aprovechamiento, una forma en que todo el mundo cortaba y nadie se preocupaba de replantar”.
Ante las comunicaciones recibidas de las distintas jefaturas de policía y juntas económicas administrativas de todo el país, el ejecutivo nacional (Gabriel Antonio Pereira) presentó un proyecto de ley que protegía montes privados y públicos y determinaba en que forma se podían explotar los mismos y las condiciones requeridas para realizar los cortes.
La nueva reglamentación que no fue tomada en cuenta, fue rápidamente olvidada y la destrucción de los montes prosiguió en toda la campaña oriental.
Mucho sufrió el monte y mucho tenía que sufrir a consecuencia de las devastadoras revoluciones y guerras civiles que hasta 1904 asolaron el país.
En 1854 el gobierno volvió a interesarse por los trabajos realizados por la “Sociedad de Población y Fomento”, invitando al Dr. Jaime Estrazula, -presidente de la sociedad- para volver a iniciar tan fecunda actividad paralizadas por los disturbios revolucionarios del año anterior. Hermosa aspiración que no logró concretarse debido al estado del movimiento revolucionario interno que en esos momentos vivía nuevamente el país.
En el año 1856, las jefaturas de policía y las juntas económicas administrativas del país recibieron del gobierno nacional una solicitud sobre datos y antecedentes referentes a montes públicos y privados, solicitándose que se enviasen datos y sugerencias acerca del estado de los montes, como mejorarlos, como administrarlos y fundamentalmente como protegerlos ya que las guerras y revoluciones por poco terminan con los mismos.
La aspiración del gobierno era confeccionar una reglamentación definitiva de los mismos, con el fin de conservar, preservar y fomentar el cuidado de esa hermosa e importante riqueza nacional.
La respuestas recibidas fueron unánimes “los montes públicos se iban extinguiendo por la forma irracional de su aprovechamiento, una forma en que todo el mundo cortaba y nadie se preocupaba de replantar”.
Ante las comunicaciones recibidas de las distintas jefaturas de policía y juntas económicas administrativas de todo el país, el ejecutivo nacional (Gabriel Antonio Pereira) presentó un proyecto de ley que protegía montes privados y públicos y determinaba en que forma se podían explotar los mismos y las condiciones requeridas para realizar los cortes.
La nueva reglamentación que no fue tomada en cuenta, fue rápidamente olvidada y la destrucción de los montes prosiguió en toda la campaña oriental.
Mucho sufrió el monte y mucho tenía que sufrir a consecuencia de las devastadoras revoluciones y guerras civiles que hasta 1904 asolaron el país.
Durante el gobierno de Bernardo Prudencio Berro, continuó el abusivo desmonte de nuestros suelos y para conservarlos y preservarlos, se estableció una patente a los leñadores de las islas del Río Uruguay y Negro.
Esta patente de 2 pesos anuales sería destinada a los hospitales departamentales, pero muy pocos cumplieron con esta obligación, ya que la mayoría eran argentinos y cargaban el carbón en los barcos de esta nacionalidad, los que eran protegidos por navíos de guerra de la misma bandera.
Las empresas concesionarias dedicadas a la explotación de montes en las costas del Río Negro entre 1877 y 1878 –es decir, en un solo año- desmontaron una superficie equivalente a 20 leguas de monte.
Para una mayor documentación citamos nuestra fuente: Dr. Eduardo Acevedo, que en la pagina 66 del tomo IV, año 1934 relata que,”durante el primero de esos años (se refiere al año 1877 cuando se explotaban las costas del Río Negro), entraron allí 209 goletas en busca de una carga constituida por 114.678 hectolitros de carbón, 1395 estéreos de leña, y diversas cantidades de plantillas para suecos, estacones para carretas y varas, y trozos que en conjunto representaban un valor oficial de $85.412, y durante el año siguiente (1878), 348 goletas con una carga que se estimaba en $113.500, constituida por 137.141 hectolitros de carbón, 5.632 estéreos de leña, plantillas para suecos, postes de alambrados, varas y estacones”.
Era, –dice Eduardo Acevedo- una verdadera destrucción de los montes naturales lo que denunciaban esos cuadros, que no comprendían toda la madera embarcada, sino puramente aquello que no podía escapar a la fiscalización aduanera o que voluntariamente anotaban los empresarios y consignatarios.
(para establecer una relación de valores, un maestro en aquel entonces cobraba 14 pesos mensuales, cuando los cobraba; es decir, que en un año se sacó tanta leña de nuestros montes equivalente al sueldo de 6100 maestros, sin tener en cuenta que tan solo debió haberse denunciado 1/3 de lo extraído)
Que destino tenía la patente de 2 pesos cobrada a los leñadores??
Que área desmontaron las empresas concesionarias entre 1877 y 1878??
A lo largo de muchos años, el gobierno nacional llamó la atención a las Juntas Económicas Administrativas sobre el abusivo corte de madera de bosques fiscales, comunales y privados.
Cortes, decían los mensajes, “que acabarán con nuestros montes en breves términos y es necesario que salgan de su inacción y que hagan cumplir las disposiciones del código rural y que fomenten además la plantación de árboles”.
Llegó a tal punto la escasez de leña en nuestro país y fundamentalmente a lo largo del Río Uruguay, que en el caso del arrendamiento de algunas islas del mismo río –como sucedió en julio de 1896- la Junta Económica Administrativa de Paysandú alquila la isla Chapicuy al Sr. Félix Buxareo, y en el contrato se establece que no “se podrán efectuar cortes de leña sino con arreglo del decreto reglamentario sobre montes públicos de fecha 19 de setiembre de 1881, y dentro del pliegue de condiciones se establecía por el artículo 3°, que será obligación del arrendatario plantar 1000 árboles por año, entre sauces, álamos, eucaliptos y paraíso. “Revista histórica-tomo XXIV-Montevideo 1955 – Pág. 34/35”.
Para que se tenga una idea del descontrol que existía en lo referente a la tala de montes en ríos, arroyos e islas del Río Uruguay, transcribimos parte de un documento del 23 de marzo de 1910 inserto en la Revista Histórica del año 1955, Pág. 39/40, donde el Intendente Municipal de Paysandú, don Manuel Pagola antes de proceder al arrendamiento de algunas islas del departamento, solicita a la receptoría de aduanas “se sirva informar acerca del estado actual de las islas del departamento y con respecto a la conveniencia que habría en arrendarlas”. Pagola. F. Dominguez .
La respuesta no se hizo esperar:
“Paysandú 11 de mayo de 1910, Sr. Intendente Municipal del departamento, don Manuel Pagola.
Acuso recibo de la nota de esa intendencia numero 127 y en contestación a ella pláceme comunicarle que el estado general de las islas de esta jurisdicción es malo; sus montes han sido cortados sin control ni medida y sin reposición de plantas, cuando se hallaban arrendados á particulares por las Juntas Económicas Administrativas anteriores…” . …”en mi opinión es un error evidente efectuar por ahora el arrendamiento de esas islas, pues resulta que por una insignificancia en que antes se han arrendado, se destruye una fuente de recursos que al propio estado o al municipio en época mas o menos cercana o en circunstancias determinadas, puede ser no despreciable.
Esos montes una vez desarrollados podrían utilizarse para abastecer a las cárceles, a los hospitales, a los cuarteles, a las comisarías del combustible necesario, ó aplicar el cobro de un derecho por carrada al que las explotara mas adelante y una vez de haberse desarrollado tales montes…” Eduardo Espalter.
En nuestros montes cualquier extranjero venía a hacer carbón, sin previa autorización, como lo demuestra el siguiente documento citado por la mencionada Revista Histórica:
Paysandú, junio 19 de 1888
Receptoría de Paysandú. Paysandú, junio 19/888. Sr. Vicepresidente de la Junta Económica Administrativa, don José Debali;
“Para su conocimiento y demás efectos trascribo a continuación, la nota que con fecha 15 del corriente, se recibió del empleado destacado en el Hervidero”. “Resguardo del hervidero. Sr. Receptor de Aduana del Departamento de Pay sandú, don Eusebio Salvatella. Tengo el honor de comunicar que en las islas de Guabiyú están poblando unos intrusos lanchoneros, y estuve con uno de ellos y le pregunte con que permiso explotaban los montes de las islas y a que resguardo daban cuenta, a lo que contestó que no tenían que dar cuenta. Lo que comunico a Ud. para sus defectos.
La comisión de liquidación del Banco Nacional que había arrendado los terrenos de la playa Ramírez, por decisión unánime decidió en 1898, que los mismos pasasen a la municipalidad de Montevideo, con el fin de destinarlos a la creación de un parque urbano.
El Sr. Racine, jefe de los jardineros del municipio de Montevideo, inició en forma inmediata la plantación de árboles.
El Dr. Carlos A. Fein –presidente de la Sociedad Rural-, solicitó y obtuvo autorización municipal para instalar en el Prado un laboratorio agronómico, bajo la dirección del Prof. Julio Frommel.
Tiempo después, se organizó en el mismo lugar el Jardín Botánico, bajo la dirección de don José Arechavaleta y Cornelio Cantera. En el mismo, alumnos y profesores podían realizar estudios de historia natural y de plantas indígenas.
A la avenida principal del Prado, se le denominó José Buschental, en homenaje al fundador y creador del primitivo parque, que fue un orgullo para el Uruguay y para América, por la riqueza de flora y fauna allí existente.
El año 1900 llega con un reconocimiento al árbol.
El Dr. Gregorio L. Rodríguez, Ministro de Fomento del Presidente Juan Lindolfo Cuestas, instituye a través de un decreto “La Fiesta Anual de la Plantación de Árboles en toda la república”, siendo este decreto el primero en la historia del Uruguay que instituye a nivel oficial la forestación en todo el país.
Parte del decreto del Ministro de Fomento establecía que: “el inmenso perjuicio que en el País se viene ocasionando por la destrucción inconsiderada de sus bosques naturales y artificiales: que no han bastado las leyes y decretos promulgados al respecto…” “…que los montes y árboles regulan las corrientes atmosféricas, equilibran la temperatura, purifican el aire, regularizan la acción de las lluvias…”
Con un interesante programa de actividades se realizó el 18 de setiembre de 1900 la primera fiesta del árbol. En todo el país, escolares, liceales, profesores y publico en general, salieron a las calles a disfrutar de las distintas actividades cívicas y militares en homenaje al día del árbol, realizándose grandes plantaciones en todo el país.
Guiados por un entusiasmo patriótico, los Sres. Cornelio Cantera, José Arechavaleta, Lucio Rodríguez y Domingo Basso, fundaron en el mismo año la “Sociedad Amigos del Árbol”, dedicada al estudio de las especies forestales indígenas para la creación de bosques en distintas partes del país.
En el año 1910, durante la presidencia del Dr. Claudio Williman (1907-1911), el gobierno decidió premiar al gran plantador de árboles de Punta Ballena, el Sr. Antonio Dionisio Lussich, el autor de “Los tres Gauchos Orientales”, que deseoso siempre de convertir las arenas de los médanos en un bosque artificial, recibió del agradecido pueblo uruguayo un premio de $10.000 y una medalla de oro en reconocimiento por haber transformado el suelo, “pintando de colores nuevos los horizontes y haciendo florecer el paisaje”.
“Por esa patriótica actitud recibió en esa oportunidad los aplausos del país entero”
“Cincuentón –relata el Dr. José Maria Fernández Saldaña refiriéndose a Lussich- pero animoso y robusto dio principio a su soberbio plan colonizador, y los dioses probablemente admirados de su noble propósito, le concedieron el don de que pudiera ver como iba desarrollándose paulatinamente, hasta poderlo contemplarlo en su plenitud, y dejar todavía que disfrutara de sus árboles hasta los 80 años, que cumplió en total integridad intelectual y física, para fallecer, pocas semanas después en Montevideo el 5 de junio de 1928”. (Diccionario uruguayo de biografías)
Durante el segundo gobierno de don José Batlle y Ordóñez (1911-1915), se intensificó la capacidad productiva del Uruguay, creándose las Estaciones Agronómicas de Cerro Largo, Paysandú y Salto, bajo la dirección del Dr. Alejandro Backaus. La de Cerro Largo debería especializarse en ganadería, la de Salto en fruticultura y la de Paysandú en Lechería.
La reglamentación de las estaciones agronómicas especificaban que debían ser escuelas teóricas y prácticas en agricultura y ganadería, debiéndose formarse capataces y peritos agrónomos.
En estas escuelas se enseñaría organización de tambos; aclimatación de abejas; mejoramiento del caballo criollo y formación y explotación de montes maderables y de leña y estudio de las variedades mas apropiadas para plantar en arenales, pantanos y dunas.
En agosto de 1911, se realizó la fiesta denominada:”Día del Árbol”, la que se instituyó hasta el año 1915.
Una comisión central en Montevideo y comisiones delegadas en todos los departamentos fueron las encargadas de realizar plantaciones de árboles en 241 puntos diferentes del país.
El Dr. Daniel García Acevedo, presidente de la comisión central, entregó en esa oportunidad cuatro medallas de oro a los Sres.: José Durandeau, creador del parque en los alrededores de Montevideo, a don Enrique Burnett, por la plantación de pinos marítimos en Maldonado, a don Antonio D. Lussich , el forestador de Punta Ballena y a don Francisco Piria.
A lo largo de su gobierno se estimuló constantemente la plantación de árboles en chacras y estancias, premiando a quien así lo hiciese, con un importante descuento en la contribución inmobiliaria.
Batlle destinó “Toledo” a la producción de árboles, produciéndose en el primer año, 800.000, y en el siguiente 2:400.000, los mismos se entregaban a los productores rurales a precio de costo. Los establecimientos de “Toledo” y de “La Estanzuela” estaban bajo la dirección del Ing. Agrónomo José Otamendi. El plan de este ingeniero era cubrir de árboles maderables la Isla de Gorriti. Proseguir la plantación en todo el país y arbolar los costados de los caminos carreteros.
En lo que respecta a la forestación al norte del Río Negro, clara idea nos da el álbum de”El Diario” de Paysandú, en 1933 donde en la pagina 75/76 expresa lo siguiente:
“En cuanto al cultivo de árboles forestales, Paysandú deja mucho que desear, en general en la República, se ha descuidado lamentablemente el cultivo de árboles maderables, y solo se plantan en algunos puntos los que se emplean para leña, para abrigo de los ganados o como adorno de las propiedades de campaña, sin fines comerciales.
Quizá este descuido se explique por no creerse apropiados el clima y el suelo uruguayo para el desarrollo de las maderas que comúnmente se han usado hasta ahora en la industria, y por no apreciarse las buenas condiciones maderables de los árboles que nuestros hombres de campaña veían crecer frondosos en sus campos.
Paysandú, que abunda en bosques indígenas, muy propios para leña y cuyo suelo, sumamente quebrado, ofrece abrigo natural para los ganados, ha descuidado mas que muchos otros departamentos esta clase de cultivos.
Este lamentable descuido ha llevado al extranjero mucho de nuestro dinero, pues casi toda la madera que hasta hace poco se usaba en nuestra industria, venía de otros países”.
Dr. José Manuel Pérez Castellano.
Benemérito de la Patria, ilustre sacerdote oriental, una de las grandes figuras que honró a su suelo natal, es considerado por todos como el Primer Agrónomo Nacional.
Nació el día de San José, en Montevideo, el 19 de marzo de 1743, siendo bautizado el 24 del mismo mes.
Realizó su carrera eclesiástica en Córdoba, para volver como sacerdote a su lugar nativo donde, su modestia, bondad y un calor de simpatía humana y popular hicieron de don José un sacerdote muy querido y apreciado por todos los que lo conocieron.
Sus históricas y enérgicas actuaciones en 1807 –durante las invasiones inglesas-, y su intervención en el movimiento de 21 de setiembre de 1808 “al obedecer pero no cumplir las órdenes del Virrey Liniers”, le permitieron ganarse la confianza, la simpatía y el respeto de los vecinos de Montevideo, acrecentando así su popular figura.
La agricultura fue un verdadero culto para el Dr. Pérez Castellano, destinándole muchas horas de trabajo y observación, por considerarla una verdadera fuente de riqueza para el país y para sus habitantes.
Dedicado a tareas agrícolas en su chacra del Miguelete “donde vivía en medio de sus árboles y de sus favoritos ombúes”, fue sacado en noviembre de 1813 para ser elegido diputado a la “Asamblea Electoral”, que debía reunirse por iniciativa de Artigas y Rondeau.
“El agricultor estaba orgulloso de su casa y de sus dos ombúes;–relata su biógrafo el Dr. Daniel García Acevedo- decía que de lejos parecía que aquella se apoyaba en estos, agregando: “Estos ombúes a mis ojos la adornan (la casa) con los verdes colgantes de sus ramas y yo los apreciaba en tanto que me hubiera despreciado una talega de pesos que me hubieran ofrecido por quitarlos de donde yo los tenia”. Cerca de la casa se levantaban las dependencias, galpones, etc, necesarios a las labores a que se dedicara, y rodeando las construcciones se agrupaban los naranjos, los robles, las parras, las flores, los almácigos, a que creía debía prestar solícito cuidado o que apreciaba por el perfume o por su bello aspecto.
Mas lejos estaban los montes frutales y las sementeras”.
“En este tranquilo y hermoso medio, pasó gran parte de su vida el buen hombre, cuidando con amor su chacra, haciendo siempre experiencias, tratando de sorprender e interpretar la mas ligera manifestación de los vegetales, enseñando al que se le acercaba todo lo que sabía, comunicando sus observaciones y estimulando a todos los agricultores, y siendo el generoso amparo del vecindario pobre, que lo tenía como a un padre solícito”.
“Quería a los árboles como si fuesen sus semejantes y amigos; le causaba dolor ver cortar uno; aunque fuese ajeno”.
“Si el amor a los árboles se hubiese generalizado mas en nuestro país, no tendríamos que lamentar hoy la desaparición de gran parte de nuestros montes naturales, tan benéficos al hombre, no solo por su sombra sino por su influencia higiénica, el valor de su madera, y su poderosa acción sobre la frecuencia de las lluvias, tan necesaria para la riqueza nacional”.
“La obra del empeñoso agrónomo no fue duradera. La chacra, formada a fuerza de la mas grande constancia, de verdaderos sacrificios, dos años después de la muerte de su dueño, fue absolutamente destruida. Fue absolutamente destruida la obra de 40 años de entusiasta labor. Hoy no existe ni un solo árbol de los plantados por el presbítero, y se ha perdido completamente el recuerdo de la chacra, hasta el extremo de que la tradición oral no ofrece dato alguno para dar con la ubicación del sitio en que se hicieron en el país los primeros y mas serios estudios sobre agricultura…” (Dr. Daniel García Acevedo- Revista de la Universidad / 1908)
El Dr. José Manuel Pérez Castellano falleció en Montevideo el 4 de setiembre de 1815, año del esplendor artiguista.
Por testamento dejó todos sus libros para la creación de una biblioteca pública que poco tiempo después y por orden del General José Gervasio Artigas fue inaugurada por Dámaso Antonio Larrañaga.
“Las observaciones de agricultura del esclarecido agrónomo compatriota se publicaron, aunque no en su integridad, en 1848, en la Imprenta del Ejército, que funcionaba durante el Sitio de Montevideo en el Cerrito de la Victoria, campo del General Manuel Oribe, y por orden expresa de este, atenta no solo la utilidad que pudieran reportar a los labradores, hortelanos y quinteros, etc., sino como un testimonio de respeto al autor, que había consagrado a la República esa y otras pruebas de su anhelo en fomentar su ilustración y adelantos materiales”. (J. M. Fernández Saldaña).
Tomás Thomkinson.
Progresista y emprendedor ciudadano ingles, que nacido en Bridon Staffordshire en 1804 y que llegó al país en 1828.
Empleado de comercio y posteriormente comerciante importador y banquero, formó parte del primer directorio del Ferrocarril Central y de la Asociación Rural del Uruguay, fundando en el Cerro de Montevideo el saladero de Casas Blancas.
Por decreto del 8 de enero de 1870, en el gobierno del Gral. Lorenzo Batlle, fue nombrado presidente consultivo de Hacienda.
Hombre de gran experiencia, ayudado poderosamente por una inteligencia sobresaliente, fue Thomkinson un verdadero apasionado por los árboles, dejando de lado muchas veces toda cuestión de interés público y privado para dedicarse –al igual que el Dr. José Manuel Pérez Castellano- , a la pasión de su vida: los árboles.
Para tal fin, creó en el camino conocido de las “Tres Esquinas”, próximo al paso de la arena del Pantanoso, un establecimiento de selvicultura denominado: “La Selva”.
“Personalmente plantaba y cuidaba sus árboles y numerosos ensayos de aclimatación se llevaron a cabo por su iniciativa y bajo su personal vigilancia. Uno de ellos, de trascendencia extraordinaria, fue la introducción y aclimatación del eucaliptus globulus, con semillas traídas entre unas series provenientes del jardín botánico del Cabo de Buena Esperanza, en 1853, por Jorge Hodgskin, a pedido y costo de don Tomas.”
“Correspondió de esta manera a Thomkinson, la gloria cívica de haber introducido algo tan útil y precioso en el Uruguay y también en el Río de la Plata, pues en Buenos Aires los eucaliptus solo se plantaron cuatro años después”.
“La muerte lo vino a buscar a los 76 años de su robusta vejez, mientras veraneaba en “La Selva”, el 23 de enero de 1879”.(J. M. Fernández Saldaña).
Donde y cuando nació don Tomás Thomkimson??
Que introdujo al Uruguay??